En esta obra personalizada, te sumergirá en un atardecer fusagasugueño lleno de colores típicos de un atardecer. Las nubes pintadas en tonos rojos, naranjas y azules dan vida al cielo, creando un espectáculo celestial que atrapa la imaginación. En el centro de esta escena, un majestuoso caballo blanco con una crin grisácea irradia elegancia y serenidad natural a la composición.
Pero la verdadera joya de esta obra son las flores brillantes y coloridas que adornan el paisaje, desde orquídeas hasta delicadas margaritas. Entre esta explosión de colores, el personaje principal emerge: el padre de mi clienta. Su presencia, serena y poderosa, da dimensión humana a esta escena de ensueño.
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